DISCIPLINADO SÍ, DESECHADO NO

Dios definitivamente tiene un rol activo con sus hijos. Dicen por allí que Dios te ama tanto que que te salvó tal y como eras, sin preguntas y sin condiciones, pero te ama tanto tanto que no te va a dejar como estabas. Y creo que este dicho tiene mucha razón. Dios nos mete a procesos para mejorar como personas.

Dentro de esos procesos está la disciplina cuando la riegas y metes la patota. Definitivamente hay tiempo de castigo.

“…Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo…” He 12:6

Estos son los versículos que a veces nos gustaría eliminar de nuestra Biblia. Pero no se puede, y a lo largo de la vida lo comprobamos. Y con el paso de los años te das cuenta que eso también es amor.

Dios te disciplina pero nunca te desecha. No se nos tiene que olvidar nunca, el hombre tiene a desechar. Mira, cuando alguien cae en pecado, Dios lo disciplina y el hombre le pone la etiqueta de “pecador” y nunca te la quitan, aún cuando Dios ya ni siquiera te esté disciplinado.

Lo he visto muchas veces, hace muchos años, alguien que conozco cayó en pecado. Inmediatamente empezó el proceso de etiquetado, Dios lo disciplinó por 7 años, y terminando ese tiempo Dios le devolvió todo lo que había perdido y todavía le dio más.

Sin embargo, pasaron 10 años y sus amigos seguían comentando de él como pecador, 15 años después igual. Los amigos creen que un pecador debe recibir vara de por vida! Que toda la vida debe estar recibiendo el castigo por su error. Dios ya lo perdonó, ya lo disciplinó pero ellos quieren que siga recibiendo por lo menos el castigo de sus palabras, de su etiqueta de pecador.

Es fácil caer en eso, todos sentimos que somos buenos, tan buenos que podemos pedir que alguien sea disciplinado de por vida.

Por otro lado cuando una persona comete un error y es disciplinado por Dios, un fruto de esa intervención es la misericordia. Ya no fácilmente juzga ni etiqueta, ahora es paciente y confía en la disciplina del Señor y prefiere alentar y consolar a la persona que ha tropezado.

Veamos como Dios ve, amemos como Dios ama y tengamos misericordia de los que por las razones que sean tropiezan. La misericordia vence el juicio, dice Su Palabra.

Armando Carrasco