UNA MIRADA AL CLÓSET

En estos días me ocupé en revisar mi clóset con la sola intención de poner orden, y al empezar a vaciarlo ¡cuál fue mi sorpresa, cuando me encontré con unas cuantas prendas que no he ocupado en años! Me topé con dos blusas sin estrenar y que aún tenían la etiqueta y unos cuantos pantalones que ya no me quedan.

Al sacar y ver nuevamente la ropa que no he ocupado, realmente me ha costado desecharla; lo pensé mucho y ¡estuve a punto de volverla a guardar!. Tuve que tomar la decisión y obligarme a sacarla. Pero… ¿Por qué me ha costado tanto decidirme, si estaban ahí, arrinconadas ocupando mucho espacio y estorbando para mantener un mejor orden? Quizá apegos, recuerdos… emociones.

Y reflexionando en esto creo que también almacenamos cosas en nuestra alma, cosas que se van haciendo viejas, que hemos arrinconado y finalmente, con el transcurrir del tiempo, se van olvidando; pero que están allí, presentes, ocupando un espacio vital y que en cualquier momento pueden salir a relucir.

Dice en Efesios 1:22-23 RV60 “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”

Me resaltó esta parte “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”

Podríamos preguntarnos ¿Hay emociones negativas, rencores, apegos no sanos que estén aún arrinconados en nuestra alma, o que últimamente les hemos dado lugar?

Es muy importante que hagamos el hábito de inspeccionarnos, analizarnos y localizar lo que está estorbándonos para ordenar o alinearnos a la plenitud de Cristo, poniendo en práctica lo que nos enseña y creando nuevos hábitos.

Creo que estamos en un tiempo de gran oportunidad para hacer esa inspección profunda y permitirle al Espíritu Santo nos enseñe aquello que necesitamos desechar de nuestro ser, hacer y modo de hacer y sea Él quien llene nuestra vida.

Maru.