LO CONOCES Y TE DA PAZ

Lo conoces y te da paz

Salmo 11:1-4 NVI En el Señor hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: Huye al monte, como las aves?  Vean cómo tensan sus arcos los malvados: preparan las flechas sobre la cuerda     para disparar desde las sombras contra los rectos de corazón. Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo? El Señor está en su santo templo, en los cielos tiene el Señor su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.

David estaba siendo perseguido por Saúl; y sus cercanos le fueron a dar un aparente buen consejo, le dijeron –¡te están persiguiendo, huye, vuela como las aves, escóndete! ¡¡Están listos para atacar, nos desmoronamos!!

Dadas las circunstancias no parecía muy mala idea. Era para tener pánico y salir corriendo. Pero David no se dejó intimidar por las malas noticias, él sabía muy bien en quién tenía puestos sus ojos y su confianza, porque le conocía.

(v.4) El Señor está en su santo templo, en los cielos tiene el Señor su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.

 Estamos atravesando tiempos en los cuales corren noticias, rumores y quizá hechos que nos pueden desmoralizar, que nos pueden hacer sentir temor de lo que pueda pasar; incluso personas cercanas y queridas nos pueden influenciar, sin querer, en un modo negativo y sentir que tambaleamos. 

Necesitamos comunicarnos con él, detenernos de todo y pasar tiempo conociéndole.

1.- Dios está, no se ha movido, permanece en su templo. Él nos habita y nosotros habitamos en él. Le pertenecemos y por seguro que está cuidando de su posesión. 

Cuando oras, te da paz, él sabe lo que hay en tu corazón.

2.-Él es Rey, hay una versión que me gusta: “…se sienta de lleno en su trono celestial…” o sea, Él está, con toda su gloria y plenitud, reinando eternamente. Él gobierna, nada escapa a su conocimiento.  

Cuanto más oras, más le conoces. Confía, sométete a su Señorío.

3.- ¿Qué le queda al justo? Descansar y confiar en el único que es todopoderoso y conoce todas las circunstancias. Nada lo toma por sorpresa; es el lugar seguro y refugio firme. Nada lo puede mover. 

Así que, pasemos tiempo con nuestro Dios, tengamos esa comunicación constante y permanezcamos seguros y confiados con nuestra mirada y certeza puesta en Él. Desechemos los pensamientos de derrota, incertidumbre o tristeza que nos roban la paz, que nuestro Señor, con su presencia reinando en nosotros, nos da. Estemos alegres y con la expectativa de lo que nuestro Padre tiene para nosotros.