¿QUIÉN FUE?

El diccionario define el agradecimiento como el reconocimiento que una persona tiene hacia quien le ha hecho un favor por el cual desea corresponderle.

Creo que todos alguna vez hemos recibido un favor por el cual sentimos mucho agradecimiento y esa necesidad de hacer algo por la persona que nos ayudó o bien por alguien más replicando el bien que hicieron por nosotros.

Cuando sientes tal agradecimiento jamás olvidas esa experiencia y hasta grabas en tu mente el nombre o por lo menos el rostro de la persona que te ayudó si es que no le conocías.

La biblia narra en Juan una historia sobre un paralítico a quien Jesús sanó y me impactó leer el versículo 13 donde dice que el hombre no sabía quién lo había sanado… claro, explica que fue por que Jesús se fue rápido entre la gente pero cuando lo leí hasta sentí la necesidad de buscar a esa persona y decirle: ¿Por qué no le preguntaste su nombre?

Lo que Jesús hizo por ese hombre no fue cualquier cosa, ¡Lo sanó! y fue un favor que no tenía que pasar desapercibido. Sin embargo el hombre por la alegría de haber sido sanado tomó su camilla y se fue también.

Cuando lo vieron sano le hicieron la pregunta del millón: ¿Y quién fue el que te dijo: “Toma tu lecho y anda”?. Pero el que había sido sanado no sabía quién lo había sanado, pues Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Juan 5:13 RVC

Tiempo después Jesús volvió a encontrarse con aquel hombre y le dió la oportunidad de que lo reconociera, la historia continua pero me detengo aquí para que reflexionemos en lo siguiente.

Seguramente hay muchas cosas o favores que hemos recibido o que alguien ha hecho por nosotros, algunas las recordamos quizá otras no, pero lo cierto es que en todas esas cosas buenas que hemos recibido Dios está involucrado. 

Hay un pasaje que dice “Dios mismo será tu guía, y te ayudará en todo; él jamás te abandonará!… Deuteronomio 31:8 TLA. Leíste bien, dice que Él nos ayudará en todo, por lo que insisto, en todas los favores recibidos en tu vida ha sido Dios mismo ayudándote y cuidándote.

Quizá en el momento de recibir, no pudimos percibirlo y creímos que fue casualidad o “bendita suerte” que nos hizo salir de aquel problema, de una enfermedad, de la desesperanza, depresión, etc. 

Pero créeme cuando te digo que todas esas  veces que has visto luz en medio de la oscuridad ha sido Dios mostrándose a tu vida, haciendo por ti lo que nadie más haría por que Él te ama y quiere siempre lo mejor para ti. 

El hecho de que estés hoy aquí leyendo este texto, disfrutando de tu familia, de tu trabajo, de tu vida… es el favor más grande que podemos recibir y que solo Dios puede hacer por nosotros; darnos la vida.

Te invito a que pienses en todas esas veces que has recibido un favor y que por más que lo pienses no encuentras la razón o el motivo que movió a esa persona a hacerlo por ti.

Piensa en todas esas veces que has encontrado descanso en tu vida, que has salido adelante y que reflexiones con la misma pregunta que los judíos le hicieron al hombre que fue sanado en Betesda. ¿Quién fue…?

¿Quién fue realmente el que tuvo ese gesto de bondad contigo? ¿Quién movió el corazón de esa persona que hizo algo por ti? ¿Quién fue el que te sanó? ¿Quién dio la provisión en tiempos de necesidad?…

Si no tuviste el tiempo de agradecer en el momento oportuno, hoy puedes hacerlo, hoy puedes dar gracias al Padre por todos esos cuidados y gestos de amor que ha tenido contigo a lo largo de tu vida. Esta es la oportunidad que Dios te da para que lo reconozcas y te acerques a él. 

Se agradecido y ve y cuenta quién fue el que te amó y dio su vida por ti.