CUANDO CREES QUE TODO EN TU VIDA ESTÁ BIEN

Muchas veces, vemos personas que se creen muy buenas, tanto que hablan con un matiz de arrogancia que nos hacen sentir imperfectos, o bien, los admiramos por tanta perfección, ya que pareciera que todo en su vida está bien. Sin embargo puede estar moviéndose soberbia. Mira lo que dice este pasaje:

“…Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe…” Habacuc 2:4

La arrogancia es un sentimiento de superioridad hacia los demás. Y es una postura que vas adquiriendo al ir creyendo que tu vida es perfecta y que eres mejor que los que te rodean. Llega a crecer a tal grado esa percepción que empiezas a comportarte altivo, que empiezas a hablar y contestar soberbiamente.

El problema es que no nos damos cuenta, que nos va absorbiendo esa creencia a tal grado que empezamos a comportarnos tal como pensamos.

La cuestión es que llega un punto donde todo mundo se da cuenta de tus errores menos tú. Y no hay forma de decirte o ayudarte a ver algunos detalles de tu vida que pueden mejorar porque al menospreciar a la gente y pensar de menor calibre que tú pues entonces no recibes nada que provenga de ellos.

En este pasaje vemos lo que verdaderamente sucede: Todos los soberbios y arrogantes tienen algunas cosas que no son rectas en sus vidas; “…Aquel cuya alma no es recta, es arrogante…” Cuando tenemos cosas que no están bien nos volvemos arrogantes. Esto es lo contrario a lo que pensamos. Pensamos de que una persona es arrogante porque todo le sale bien, pero la verdad es que es al revés. Cuando una persona no es recta, se convierte en arrogante.

Cuando veas una persona arrogante, lo que estás viendo es una persona que algo en su vida no es recto. Por lo general esa condición proviene de querer confiar en sus propias obras, o querer alcanzar a Dios o agradarle con su propia justicia, tan es así que por eso la segunda parte del pasaje habla de la fe; “…pero el justo vivirá por su fe…”

La manera de salir de esa zona, es fortaleciendo nuestra fe. Confiar en que Dios es el que hace todo y que es por mi fe que Dios se agrada, y que fue Su justicia la que me sostiene y no mi propia justicia. De esto se deriva todo lo demás.

Un encuentro con Su gracia y justicia nos convierte en hombre humildes, que mantenemos alejada la soberbia y arrogancia.

Armando Carrasco.