¿QUIÉN ES ESTE HOMBRE?

A veces, nos encontramos en una tormenta. Todo indica que el hundimiento es inevitable. Entonces aparece el hombre que es capaz de frenar la tormenta. Y todo cambia.

“…Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!…” Mateo 8:27

Dios sigue siendo Dios. Jesucristo sigue siendo Dios. Si estás en medio de una tormenta, no te preocupes, empieza por clamar a Él pero en verdad no te preocupes, el tiene la capacidad de ordenar a tu tormenta que se calme. El es capaz. Las tormentas lo obedecen.

Cuando entiendes esto, participación de Jesús en tu vida cambia las cosas:

Cambia tu manera de clamar, una cosa es clamar esperando a ser escuchados y esperar a ver si Dios quiere ayudarnos y ver si es capaz de solucionar el problema. Y otra muy diferente es clamar sabiendo que habrá una respuesta y que será contundente en la solución. En una clamas con esperanza en la otra clamas con fe. Tal vez en tu primer tormenta clamas con esperanza, pero en tu segunda clamas con fe.

La otra cosa que cambia cuando Dios aparece en el escenario de tu tormenta, es que conoces a Dios, como un Dios preciso, no solo poderoso. Aparece justo (no antes no después) cuando se necesita la respuesta. En tu primer tormenta clamas desesperado y dudoso si llegará a tiempo la respuesta, en tu segunda tormenta clamas con una piña colada al lado, sabiendo que Dios siempre llega exacto y preciso a salvar.

La otra cosa que cambia es que cuando ves la respuesta de Dios y su poderío desplegado a tu favor no te queda la menor duda que existes para él. En tu primer tormenta llegas a preguntarte si deveras vales algo para Dios como para tomarse el tiempo para contestarte… es mas siqueira para escucharte, pero en tu segunda tormenta, estás confiado de saber que eres hijo y que tienes un Dios que no solo es poderoso sino que también es tu Padre.

Y también cambia la forma en cómo percibes los problemas, en tu primer tormenta ves la situación como un gran problema, como un gigante a vencer. En tu segunda tormenta ves la tormenta en su justa dimensión y estás seguro que definitivamente no es mas grande que Dios. Ver a Dios en acción en tu primer tormenta te hace crecer. La tormenta es la misma, su tamaño no cambia, el cambió fuiste tú al darte cuenta que tienes un Dios majestuoso, poderoso, que por amor a ti y por su misericordia escucha y atiende tu oración.

Armando Carrasco