Cuando conoces quien es tu padre espiritual y le abrazas, comienza una transformación increíble en tu vida, guiada por el furor y la pasión de ese encuentro, situación que es muy válida, pero que en la realidad hemos visto como se va mermando con el pasar de los días. Dios no es una emoción, va más allá, en un entendimiento de dominio propio, un estilo de vida.
Cuando tus ojos son abiertos a que tu padre te ama tanto que desea trabajar en tu esencia….. En tu carácter, hay un alto en tu vida y comienzas a caminar de un lado a otro, como tratando de encontrar otras salidas, pero al poco rato caes en cuenta de que no hay otra forma, que es la única manera de mostrar verdaderamente quien es Él en ti y quien eres tú en Él.
No es fácil que Dios trabaje en tu carácter, duele, te confronta, pero es mejor decir, aquí estoy dame tus instrucciones y ayúdame, porque algo que sí es muy claro, es que no podemos solos, lo necesitamos a Él, para crecer; que dejar pasar el tiempo, siendo un árbol sin fruto.
«Por tanto, ya que Dios, en su misericordia, nos ha dado este nuevo camino, nunca nos damos por vencidos». 2 Corintios 4:1