Quiero compartirles algo que he meditado por algún tiempo, he pensado en lo importante que es ser plataforma para los demás, Proverbios 13:22 menciona que el buen hombre deja herencia hasta los hijos de sus hijos.
La manera en que podemos saber si es que estamos siendo esa plataforma es ver a tus hijos y a los que están a tu alrededor si están siendo ayudados y bendecidos por ti.
Ser esa plataforma es construir un camino en donde ellos puedan caminar, en donde ellos no tienen que comenzar desde donde tú comenzaste, el propósito es ayudar a otros a lograr lo que has logrado sin que pasen lo que tú has pasado, por ejemplo tú puedes ser esa plataforma abriendo camino en salvación para tu familia, quizás sea a ti a quien la familia te vea feo, te rechacen, te critiquen te menosprecien, aquí es donde tú estás construyendo la plataforma, siendo esa plataforma de salvación para los tuyos.
Dicho en otras palabras tú pagaste ese precio para abrir el camino de salvación a los tuyos.
Jesucristo es la plataforma de salvación para la humanidad, Él pagó un precio muy alto su vida misma.
También sucede cuando tú estás con alguna persona ayudándola en su proceso durante mucho tiempo y no te da las gracias y peor aún ni lo reconoce.
Por eso vale la pena detenerte a pensar de todas las cosas que disfrutas hoy, atrás de cada una de ellas hay alguien que pagó un precio, hubo alguien que fue plataforma para ti y a veces ni cuenta te das.
El que la gente no agradezca o reconozca no debe quitarte el deseo de seguir siendo plataforma.
Jesús nos menciona el pasaje de los 10 leprosos, Lucas 17:11-19 El sanó a 10 y sólo uno regresó a darle las gracias. Aunque la gente no reconozca, ni valore que formaste parte de su milagro, decídete a seguir siendo plataforma.
Jesús sabía que los que sanó ese día no le iban a dar las gracias pero aún así, Él los bendijo, debemos de entender que servimos por amor, no para que nos den las gracias.
Nunca dejes de ser plataforma, de esta manera ayudas a que el reino avance, Dios te está utilizando para que otros sean bendecidos.
Edith C.
