TRANSFORMADA SIN RUIDO, PROPÓSITO PROFUNDO

Cuando alguien me pregunta cómo conocí a Cristo, a veces pienso que fue de una manera muy simple y no sé cómo decirlo. Por una parte, le doy gracias a Dios por haber nacido en una familia cristiana, pero por otro lado, cuando escucho esos testimonios impactantes donde Dios rescató a personas de adicciones, enfermedades, matrimonios disfuncionales, etc., pienso que lo mío no es tan impactante. La verdad es que Dios no llegó a mi vida para sacarme de cosas escandalosas.

Recientemente, en una plática con Isabel Contreras, ella preguntó: ¿De dónde te rescató Dios?Inmediatamente pensé mmm, pues a mí de nada escandaloso. Eso creía yo. Pero en ese momento sentí cómo Dios me dijo: Te rescaté de una vida sin propósito. Me quedé impactada porque comencé a meditar y me di cuenta de que era verdad. Aunque había nacido en una familia cristiana, vivía sin entender que mi vida tenía un propósito. Dios me había enviado a esta tierra con un propósito, pero el enemigo había logrado cegarme por años para que no pudiera verlo ni entenderlo.

Podrías pensar: ¿Cómo es posible no ver ni entender tu propósito si naciste en una familia cristiana? Es aquí donde debemos entender que Cristo no llega a nuestra vida solo para darnos vida eterna, sino también para que comprendamos que Él nos envió a esta tierra con un propósito que debemos cumplir. Yo creía que con conocerlo, ir a la iglesia y portarme bien era suficiente. No veía que Dios necesitaba que descubriera para qué estaba en esta tierra y comenzará a cumplir mi propósito.

Para ser honesta, no hace mucho que descubrí mi propósito, y he entendido que mis acciones diarias, mi día a día, me llevan o me alejan de desarrollarlo. Me siento muy contenta al saber que Dios me rescató de una vida sin propósito. Puedo decir que para vivir una vida plena y de acuerdo a la voluntad de Dios, es esencial saber qué estamos haciendo para cumplir el propósito por el cual Él nos envió a esta tierra.

Si tú aún no sabes cuál es tu propósito, comienza a preguntarle a Dios. Estoy segura de que Él te lo dirá, porque lo que más anhela es que seamos plenos cumpliendo lo que Él nos mandó hacer.

– Edith Cruz