Ahora que soy abuela, he entendido a lo que se referían mis amigos que ya eran abuelos cuando decían: "Ahora que nazca tu nieta, sabrás el amor tan increíble que se siente". Y sí, efectivamente, ahora que Dios me ha dado el privilegio de ser abuela, puedo experimentar ese amor tan grande que se siente al ver una parte de tu hija en tu nieta.
No sé cómo explicarlo, pero es una ternura que me inunda, no dejo de maravillarme al sostenerla en mis brazos sentí que una nueva dimensión del amor se abría ante mí. Su pequeño cuerpo acurrucado en mis brazos, su respiración y mirada. Es un amor distinto al de madre, más sereno y contemplativo, quizás porque ya he recorrido un largo camino y puedo disfrutar cada instante con una sabiduría adquirida con los años. Le doy tantas gracias a Dios porque nos da la capacidad de sentir ese amor. Esto me lleva a reflexionar que Dios nos ha dado a todos la capacidad de dar y recibir amor. Su palabra dice que Él nos hizo a su imagen y semejanza, y una de las cualidades de Dios es que Él es amor. Te invito a que dejes que Dios inunde tu vida con ese amor que Él tiene para ti. Recíbelo; Dios te ha dado la capacidad para que tengas ese amor. Acepta este regalo, disfruta sentirlo y, aún más, disfrútalo al darlo.
- Edith Cruz
