IDENTIDAD

Durante nuestro camino en Cristo vamos descubriendo cómo relacionarnos con Dios, entre más trabajemos y profundicemos nuestra relación nos es más fácil entrar a su presencia, esto nos permite poder sacar cosas del cielo y traerlas a la tierra, pero también nos son reveladas cosas que nos permiten cimentarnos más en él.

En Efesios 2:10, nos dice que somos obra de Dios, creados en Jesucristo para hacer buenas obras, es decir que cuando decidimos seguir a Cristo nuestro propósito está claro, es realizar buenas obras, y esto puede sonar obvio, pero va un poco más allá, ya que continúa diciendo que Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo a ellas, debemos recordar que cada obra no es para exaltarse a uno mismo sino para exaltar la obra de Dios en nuestras vidas. 

En este mismo pasaje en el verso uno nos recuerda que fue Dios quien nos dio vida, que nos perdonó de nuestros pecados, pero esto no podría haber sido si no hubiéramos reconocido a Cristo como nuestro salvador.

Cuando llegamos a Cristo uno de nuestros primeros pasos debería ser pedirle que nos muestre como arraigarse a ÉL, es decir que ya no sea nuestros pensamientos, ni nuestros deseos, sino los de él, pero debemos ser conscientes que al pedir esto no será tan sencillo, ya que pasaremos por varios procesos, algo así como una limpieza profunda, él quitará cosas, personas, ideas y pensamientos que no permiten que estemos fundamentados en él.

“nos dio vida junto con Cristo , aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales,  para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” –

Efesios 2:5-7 RVC

Podemos ver claramente que Dios nos dio vida JUNTO a Cristo y nos sentó a LADO de Cristo, no nos puso en cualquier lugar, desde un principio Dios nos ha tenido presente, ya que ÉL nos ha amado primero, esto también nos lleva a que nuestra identidad debe estar en Cristo, porque al nacer de nuevo somos cubiertos de la sangre bendita de su hijo amado; de Cristo Jesus, nuestros cimientos deben estar en él, debemos permitir que entre y ocupe aquellas habitaciones donde no dejamos entrar a nadie, en aquellas heridas que nos han marcado y nos han alejado de nuestro diseño original.

 

 Iolani Cerón