¿Alguna vez has jugado uno de esos juegos donde hay un capitán que elige a los miembros de su equipo?
Es muy común en los juegos grupales; dos personas son las encargadas de elegir uno por uno a los jugadores hasta completar su equipo. Y es también común que el que elige primero tenga la oportunidad de ganarse a los “mejores” para poder ganar el juego.
Sea quien sea que esté en el equipo, todos tienen una responsabilidad con su “capitán”; jugar lo mejor posible, darlo todo hasta cumplir el cometido y ser capaces de seguir la voz del capitán que sin duda nos va a dirigir a la victoria.
La recompensa puede ser un premio o quizá solo la satisfacción de haber estado en el equipo ganador.
Te invito a que reflexiones en este versículo: Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan fruto. Así, mi Padre les dará lo que le pidan en mi nombre. Juan 15:16 TLA
Así como en aquellos juegos, tú y yo hemos sido elegidos por Dios para ser parte de Su equipo. Tenemos la responsabilidad de trabajar en conjunto, esforzarnos, dar lo mejor de nosotros y cumplir un propósito.
Dios sabe a quienes elige (Juan 13:18) porque sabe que somos capaces de seguir sus instrucciones. (2 Corintios 1:21-22). Nos eligió porque ve en nosotros capacidades que quizá nosotros mismos no somos capaces de ver o reconocer, no te eligió solo por que si, hay propósito en tu vida.
Él sabe que podemos lograr nuestro propósito, no solo por que somos escogidos si no porque nos ha capacitado y nos ha dado todas las herramientas necesarias para poder lograrlo, seamos de esos jugadores que se esfuerzan y no dan marcha atrás sino que obedecen y obtienen la victoria.
Tu fuiste elegido para formar parte de Su equipo, juega lo mejor posible, sigue sus instrucciones, da fruto y disfruta la recompensa.