Hacer ajustes y modificaciones en nuestro estilo de comportamiento o carácter, siempre se siente emocionante. Enfrentar cambios en nuestra vida suele resultar estresante, sin embargo, los cambios para mejorar siempre son buenos e incluso son impulsados por el amor de Dios y su deseo de que crezcamos, eso da seguridad; pero el estrés continúa… y en medio de esa tensión resulta un poco complicado no dejarse llevar por impulsos y emociones.
Y surge este versículo: “Que la bondad, paz y amor, nunca dejen de florecer para ti y a través de ti.” Judas 1:2
Y lo único que puedo hacer ante eso, es detener mi loca carrera y analizar mi comportamiento.
Dios nunca deja de darnos su bondad, su paz y su amor. Pero… ¿éstos fluyen a través de mí? ¿Estoy dejando que mi vida muestre de una forma clara y transparente, mi confianza en Dios?
No debemos olvidar que aunque interactuamos en este mundo con todo y su estrés y complicaciones, no por eso debemos ajustarnos al mismo, necesariamente. Es decir; no importando las circunstancias que estemos viviendo, nuestro comportamiento debe ser regido por el Espíritu y no por el alma. El alma reacciona, se emociona y puede incluso llevarnos a hacer cosas de las que nos arrepentiríamos.
Cada vez que sientas que el afán de lo cotidiano y la vorágine que te rodea te están arrastrando, te invito a que hagas un alto y permitas que esa bondad, paz y amor te inunden, te refresquen y puedas compartirlos con quienes te rodean. Y siempre contamos con el mejor aliado, la mejor ayuda, con el amoroso Espíritu de Dios quien nunca se aleja y siempre está dispuesto a abrazarnos y fortalecernos.
Eugenia Flores.