AÚN CON EL JEFE

Hacer sugerencias bien hechas es un arte. Requiere de saber decir las cosas, no se trata solo de decir lo que piensas, no se trata de ser “bien franco y directo” no tiene nada que ver, eso de ser franco y directo es la forma, y hay muchas formas de decir las cosas. La mejor es aquella que es efectiva, aquella que cumple su cometido. De nada sirve ser franco y directo si ni siquiera te escuchan.

Pero si ya de por sí, es difícil hacer una buena sugerencia, hacerlo con nuestro jefe es más difícil, pero mira lo que encontré en Eclesiastés en la versión de BPT.

«No temas hacer sugerencias al rey y no apoyes algo que está mal, pero recuerda que el rey hace lo que le place.» Eclesiastés 8:3

Muchas veces es el temor lo que nos impide hacer sugerencias. Por eso este versículo empieza así. Porque lo primero que debemos hacer para dar una sugerencia es dejar el temor. El temor no tiene nada que ver con tu propuesta, y muchas veces si se convierte en la muralla que impide que tus ideas no prosigan. Vencer el temor es el gran paso para dar sugerencias.

Ahora bien, este pasaje habla específicamente de dar sugerencias al rey, que podríamos adaptarlo a nuestros tiempos como jefe… o cliente, en otras palabras, a aquel no nos paga.

Hay una riqueza cuando la gente sabe dar sugerencias a sus jefes, porque éstos se retroalimentan de lo que les dices. Hay que buscar el momento oportuno y las palabras que mejor expresen lo que pensamos. Acuérdate que pensar no es lo mismo que decir. Hay mucha distancia en eso.

La parte que dice que no apoyes algo que está mal, podemos referenciarlo a que nuestras sugerencias son para lograr mejores resultados o hacer mejor las cosas, basados en los principios que nos rigen.

Ahora bien, este pasaje es muy realista, nuestra meta es darle sugerencias al jefe, pero por supuesto, que él o ella deciden la última palabra. Nuestra función es darle sugerencias y ya ellos toman la decisión. Tu parte, su parte. Piénsalo y sugiere. Tus sugerencias son muy valiosas.

Armando Carrasco

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