CONDENADO O EXHORTADO

A lo largo de nuestra vida como hijos de Dios nos vamos a equivocar muchas veces, no una vez o dos ni tres, muchas veces. Estamos en un proceso evolutivo de una raza caída a una raza divina. Por eso es bien importante distinguir cuando somos condenados a cuando somos exhortados en aquellas veces que tropezamos. Recordemos este pasaje:

“…Entonces Jesús se enderezó y le dijo: «Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?» Ella dijo: «Nadie, Señor.» Entonces Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más…” Juan 8:11

Este es el pasaje donde una turba llevó ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio y querían apedrearla, condenándola. Después de una pregunta directa de parte de Jesús todos fueron dejando la escena. Y Jesús nos enseña tres puntos importantes en este pasaje:

Primero, Jesús nunca condenó a la mujer.

Segundo, Le pidió que se fuera, en otras palabras que siguiera su camino, que continuara por la vida. Que no se estancara. Que no se quedara en el lugar de condenación, que siguiera avanzando.

Tercero, le dijo la palabra clave: “…no peques más…”. No le dijo que estaba bien su conducta o que no pasaba nada, le dijo que estaba mal pero le dio la salida.

En otras palabras le dijo de manera parafraseada; no hay condenación, sigue caminado pero no peques más.

La condenación es cuando alguien te dice que estás en una cárcel, te grita tu pecado, te enseña lo encadenado que estás, te muestra los barrotes de tu prisión, te enseña la llave y la tira frente a ti a la coladera para que nunca salgas de allí.

La exhortación te muestra tu pecado, te muestra la cárcel en la que estás te enseña la salida y la llave y te da la llave para que salgas de la prisión.

La condenación te mantiene preso, la exhortación te libera.

La próxima vez que cometas un error, vendrán mil voces a ti, unas serán de condenación y unas pocas de exhortación real. Escucha bien y actúa correctamente. A la condenación ciérrale tus oídos. A la exhortación obedécela. La exhortación te muestra tu pecado pero también te muestra la salida.

Armando Carrasco