SÍ TODAVÍA DUELE

Ha veces tenemos sucesos en nuestra vida que nos lastiman y mucho. Muchas veces no hacemos nada mas que dejar pasar el tiempo. Pero con los años nos damos cuenta que el tiempo no sana heridas. Que el dolor sigue allí, intacto, tanto que cuando nos acordamos, cuando sale el tema, nos duele, y a veces hasta seguimos derramando lágrimas.

“…Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete…” Mateo 18:21-22

La solución para nuestro dolor muchas veces es el perdón. Es el verdadero antídoto para calmar ese dolor que todavía está allí. No confundas olvido con sanidad.

Puedes olvidar los detalles de la ofensa, es mas puedes olvidar el suceso completo pero la herida sigue allí. La mente intenta protegerse olvidando, pero la herida permanece. Lo único que la sana es el perdón.

Inténtalo, prueba perdonar. Puede ser muy difícil, claro, pero vale la pena porque tú eres el único que disfrutará de los beneficios. Estar en paz y sin dolor.

Este tipo de herida es exactamente como cuando nos herimos físicamente, el doctor o tu mismo vas directo a la herida, la lavas, la desinfectas y le pones merthiolate o yodo o lo que sea! Pero algo que provoque la sanidad. De igual manera nuestras heridas, ve directo a la herida, y allí mismo perdonas al o a los que te hirieron.

Confiesa la ofensa, confiesa al ofensor y perdona en voz alta por nombre al ofensor y la ofensa. Hazlo directo. Si te cortas el dedo de la mando no curas tu oreja, o si te cortas el pie no curas el hombro. ¡Por muy obvio que parece así debe ser! Ve a la causa de tu dolor y sana esa herida. ¡Creéme que vale la pena!

Hasta ligero te vas a sentir, porque no perdonar nos carga, nos pone un peso que no podemos soportar, pero al perdonar ese peso te es quitado y quedas libre de tu dolor. No dejes pasar mucho tiempo y perdona. No dejes que la amargura envene tu vida y la de la gente que amas.

Armando Carrasco