EL PODER DE QUEDARSE QUIETOS

Siempre que tenemos un reto, un problema, tendemos a reaccionar de tal manera que queremos hacer algo, lo que sea pero “movernos”, “activarnos” para poder solucionar el problema o enfrentar el reto. Sin embargo también hay un gran poder en quedarse quietos. Mira esto:

“…La ayuda de Egipto será inútil y endeble. Por eso, a gritos les hice ver que su fuerza consistía en mantenerse quietos…” Isaías 30:7

Hay una fuerza divina que proviene de quedarse quietos y esperar la salvación de Dios. Quedarse quietos es una forma radical de confiar totalmente en Dios.

“…Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra…” Salmos 46:10

“…En este caso, ustedes no tienen por qué pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a salvar. Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se desanimen. ¡Salgan mañana y atáquenlos, que el Señor estará con ustedes!…” 2 Crónicas 20

En estos dos pasajes podemos ver que algunas veces Dios nos pide estar quietos. No hacer nada mas que esperar Su salvación.

Aclaro algo, no estoy diciendo que siempre debes quedarte sin hacer nada, no estoy diciendo que debes ser pasivo. De hecho soy un fiel creyente de que Dios busca colaboradores que les guste trabajar en lo que Dios está trabajando, sin embargo, también creo que hay momentos y situaciones en las que Dios nos pide estar quietos para ver Su salvación.

Se trata de ser sensibles, se trata de conocer a Dios de llevarnos tan bien con él que podemos entender cuándo hay que esperar y cuándo hay que actuar. Dios no es un amuleto ni una fórmula mágica, Dios es una persona y en cada situación particular debemos buscarlo. Esto nos hace depender siempre de Él.

Hay una fuerza que adquieres cuando confías en Dios cuando te pide a gritos que estés quieto. Tal vez esa parte donde está escrito que nos dice a gritos sea la que mas me impacta, porque cuando gritamos es porque queremos que a como de lugar nos escuchen. Qué tanto estamos inmersos en nuestra rutina de “guerra diaria” que dejamos de escuchar como para que Dios nos grite. Y que nos diga: “¡Hey! Estáte quieto! Y observa cómo llega la salvación de Dios.

Armando Carrasco