CORAZÓN Y CONDUCTA

Cuando te dices ser creyente en Dios, no debería terminar en solo confesar que lo eres. Tus acciones deben reflejar lo que crees en tu corazón. Si no, sólo es religión. NO son palabras lo que confirma tus creencias sino tus acciones.

Mira lo que dice este pasaje:

“… y las naciones notarán el gran cambio en sus corazones al ver el cambio en su conducta…” Ezequiel 20:41

El cambio genuino del corazón lo reflejan las acciones.

Y lo interesante aquí es que podemos cambiar la palabra naciones y poner el nombre de las personas que te rodean. Tu esposo, tu esposa, tus hijos, tus papás, tus maestros, tus jefes, pon al que puede verte en tu diario vivir.

Cuando hablamos de que hemos creído en Dios, debemos mostrarlo con nuestras acciones. De hecho esa es una buena definición de piedad. Comportarse de acuerdo a lo que uno cree.

Lo que hace que pesen tus palabras cuando hablas de tus creencias, es cuando se sigue este proceso:

  • El primer paso es creer
  • El segundo paso es cambiar y
  • El tercer paso es confesarlo.

Cuando confiesas tus creencias en Dios y están respaldadas por tus acciones, como dice este pasaje la gente a tu alrededor notará que efectivamente es cierto al ver tu nueva conducta.

La conducta revela la condición del corazón, por eso Jesús nos enseñó que al árbol se le conoce por sus frutos. Si es un fruto bueno tendrá frutos buenos, pero si es un árbol malo, tendrá frutos malos. No trates de convencer a la gente que eres un árbol, simplemente muestra tus frutos. No trates de convencer a la gente de tus creencias, mejor muestra tu conducta y entonces sí habla de tus creencias.

Armando Carrasco