CHOCOLATE CALIENTE

¿Sabes? . Uno de los recuerdos que más atesoro de cuando era niña, eran las tardes lluviosas, Micon (mi abu, se llama Concepción pero de cariño le decimos Micon), corría a protegernos de la lluvia, si estábamos fuera de casa trataba lo más rápido posible de regresar y secarnos, para luego sentarnos en la cocina, donde nos preparaba un rico chocolate caliente… Pareciera que fue ayer porque aún recuerdo su aroma, me sentía tan querida, tan protegida, tan segura, no importaba si afuera llovía y estaba nublado, es más, había días en los que se iba la luz, pero no importaba, yo estaba en un lugar seguro. Es una sensación que trasciende a los malos recuerdos y al tiempo, porque a pesar de que ya no soy una niña lo recuerdo con claridad.

Cada época de lluvias, me trae a la memoria estos recuerdos que me impulsan a pensar en la gente que me rodea, mi familia. ¿Qué estoy construyendo para mis seres queridos? ¿Un hogar o una casa? Dos palabras que parecieran ser las mismas, pero que en realidad tienen definiciones muy diferentes.

De acuerdo al diccionario, la palabra hogar se utiliza para designar un lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos la sensación de seguridad y calma. Hogar proviene del lugar donde se encendía el fuego, en cuyo alrededor se reunía la familia para calentarse y alimentarse. Y la palabra casa se refiere a la vivienda física.

Por lo tanto, una casa es sólo un lugar físico, que carece de la sensación de bienestar que produce un hogar, puede ser amplia y decorada con el mejor de los gustos, pero carece del calor que sólo el hogar puede brindar. Nosotras como mujeres estamos llamadas a edificar con sabiduría nuestro hogar (Pr. 14:1 NTV) y a estar atentas a todo lo que ocurre en él (Pr. 31:27 NTV). No nos dejemos llevar por el stress del día a día, al contrario, edifiquemos sabiamente, con un propósito claro y específico, porque como dice la canción: el tiempo pasa y no perdona, algún día nuestros hijos tendrán la oportunidad de formar su hogar; y si hoy están en casa, aprovecha y prepárales un chocolate caliente para el alma, uno que jamas olviden.

Todas pasamos tiempos, en los que en lugar de endulzar chocolate, preparamos té amargo, pero no te preocupes a todas y a todos nos pasa, lo importante es tomar este nuevo día como una oportunidad para reflexionar; si lo que tienes es una casa, pues es tiempo de encender el calor que sólo Cristo puede dar para volver un lugar físico en un hogar, algunos pasos que puedes dar, son:

  •  Crea momentos divertidos para tu familia, como cocinar, ver una pelí, pero con botana preparada por todos, ya sabes, de esas que solo los hijos pueden preparar.
  •  Salir a caminar es una gran oportunidad para platicar con la familia.
  • Jugar, deja que te peinen, te maquillen, se metan gol o te mojen con la manguera, el chiste es jugar.
  •  Hablen sobre temas propios de la edad de los hijos, como la obediencia, el respeto, hacer amigos, etc., pero siempre toma estos temas con amor, llévalos en todo momento a pensar en lo que Cristo nos enseña.
  •  Abraza y besa mucho, siempre que puedas toma a tus hijos de la mano con amor, acaricia sus corazones y diles lo mucho que los quieres y lo orgullosa que estas de ellos.

El crear un hogar no se limita sólo a los hijos, también tenemos que aprender a encender el fuego antes de que el esposo llegue a casa, se sabia, muéstrale tu amor, cocina lo que le gusta, abrázalo, dile que le amas y reconócelo en todo momento.

Nosotras podemos hacer la diferencia en un mundo lleno de casa habitación, piénsalo.